“El Común”: La estrategia del EZLN y el MODEVITE que resuena en las luchas territoriales a escala mundial, Entrevista a Delmar Penka.
Como es sabido, actualmente enfrentamos una profunda crisis ecológica debido a las nuevas formas de acumulación de capital, manifestadas concretamente a través del extractivismo y la crisis social y climática en diferentes territorios del mundo. A pesar de ello, persisten resistencias a este modelo capitalista, que plantean nuevas formas de producción y reproducción de la vida. En este contexto, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ha tenido una historia de lucha que se remonta al levantamiento de 1994 y la posterior creación de los caracoles y las juntas de buen gobierno, experiencias que han tenido un impacto no sólo en Chiapas, sino en todo el mundo. Esta experiencia continúa su construcción y, a fines del año 2023, el EZLN anunció un cambio de estrategia en su acción política y social, denominado «El común». Esto implica la promoción de la no propiedad, «la tierra sin papeles» y el trabajo colectivo, lo que conlleva una transformación en la representación del espacio, tanto en su construcción, producción y proyección (Lefebvre, 2013). Al igual que el EZLN, el Movimiento por la Defensa de la Vida y el Territorio MODEVITE que se encuentra también en el estado de Chiapas y con más de 10 años de existencia, lucha por esta idea de “el común” configurando la diversidad de organizaciones y movimientos que viven en estos territorios en lucha por la dignidad y la autonomía de los pueblos.
Para comprender estas experiencias de lucha, hemos conversado con Delmar Penka, documentalista, ensayista y académico Tseltal, con quien analizaremos la idea de «el común» y cómo entendemos la «no propiedad», una estrategia promovida desde los territorios de Chiapas y que, de una forma u otra, se ha convertido en una práctica implícita de muchas organizaciones territoriales en todo el mundo que buscan nuevas alternativas de producción y valor de uso frente al actual desarrollo capitalista.
Nicolás: Antes de pasar a explicar la experiencia de “el común” ¿Nos puedes contar cuál es el contexto político, social y económico actual que vive Chiapas?
Delmar: Chiapas es uno de los Estados de México con mayor presencia de pueblos originarios, originalmente acá en Chiapas se habla 14 lenguas originarias, lo que te habla prácticamente de 14 cosmovisiones distintas y que cada lengua por supuesto comprende un territorio. Entonces eso te habla de que Chiapas es un Estado diverso de una profunda riqueza ancestral y eso ha hecho que el Estado tenga muchos horizontes y muchos retos políticos, económicos y culturales. Chiapas hasta antes de 1994 (levantamiento del EZLN) era un territorio vamos a decirlo así olvidado por el Estado y el gobierno, justamente porque hay una presencia de pueblos originarios y que claro en el horizonte de un Estado-nación los indígenas eran los olvidados y los últimos en el eslabón. En este sentido, Chiapas ha sido un Estado que ha sido víctima de mucho despojo y extractivismo y al mismo tiempo de mucha presencia paramilitar. Porque como así los pueblos han sido de alguna manera relegados del país, han resistido, pero en esa resistencia se han creado grupos de choque para desestabilizar, generar miedo, desplazamientos, generar muerte, de tal forma que el gobierno y muchas empresas transnacionales puedan entrar al territorio y provocar el desplazamiento que genera esos grupos. Pero a la par, Chiapas y sus pueblos justamente han generado esa lucha contra estos enemigos y esto sitúa a Chiapas en un Estado en constante convulsión ya que últimamente Chiapas ha tenido una crisis de violencia suscitada por la creciente presencia del crimen organizado, el narcotráfico (antes ya existía por supuesto), y lo que está sucediendo ahora es que hay un descontrol del gobierno y al mismo tiempo la presencia de grupos del crimen organizado que se pelean las plazas o los caminos por los cuales se transitan y eso ha generado muchas más tensiones y desplazamientos. Entonces eso ha hecho que Chiapas y sus pueblos se vean constantemente amenazados, en ese contexto emerge una constante búsqueda de alternativas.
Nicolás: En este contexto, desde otras latitudes observamos cómo Chiapas tiene una historia de lucha desde el levantamiento zapatista de 1994, la creación de los caracoles y las juntas del buen gobierno, experiencias que han sido significativas para el mundo popular que lucha y construye alternativas en distintas partes del mundo. En este sentido, y según se aprecia en los últimos comunicados del EZLN notamos un cambio en la estrategia política centrado en algo al que se llama «El Común». ¿En qué consiste exactamente «El Común»? ¿Se limita solo a una dimensión económica de producción o abarca aspectos más amplios?
Delmar: El centro de “el común” es la vida, cuando el zapatismo se comienza formar como movimiento armado pero también como movimiento autonómico, basado en la autonomía de la vida y con un gobierno horizontal, se forma principalmente por 4 pueblos originarios-lenguas que son el Tsotzil, el Tseltal, el Ch’ol y el Tojol-ab’al. Estas 4 lenguas derivan de una lengua madre que es el Maya y estas cuatro lenguas manejan “el común”, decimos nosotros en Tseltal “komon”, este “común” cuando se habla en la vida cotidiana tiene que ver con la colectividad, si yo digo por ejemplo “komon a’tel” o “komon a’tel ya jpastik jpisiltik” quiere decir que vamos a hacer un trabajo en conjunto de manera colectiva, ese común implica justamente el reconocimiento de toda la gente que somos parte de un lugar, de un pueblo o de una comunidad.
Entonces ese “común” cuando se dice se da por hecho entonces que lo que yo voy a hacer va a servir a la persona que está a mi lado, a la que tengo al frente, a la que está atrás de mi.
Y “el común” entonces como concepto y como palabra implica justamente la organización. Al decir “común” implica ya el despliegue de la organización. Y cuando el zapatismo empieza a plantear el concepto de “el común” por supuesto que lo está retomando de la forma en que estos pueblos lo enuncian y lo practican. El “común” atraviesa todas las dimensiones de la vida, cuando digo “komon a’tel” trabajo colectivo, “komon we’el” comida colectiva, “komon snopel” pensamiento colectivo, es decir, hay una agencia y una acción en la enunciación misma del “común”. Entonces tiene que ver como te mencionaba con la vida, porque la gente cuando trabaja en el “común” lo está pensando en que la vida sea buena para todos y todas y ese “común” justamente tiene mucha presencia en otras dimensiones que no solo tiene que ver con la dimensión lingüística-cultural sino que justamente política, económica y organizativa.
En todos los pueblos hay siempre cargos comunitarios que las personas en algún momento tienen que ejercer, justamente como el zapatismo tiene una mesa y una comandancia, pero que no es permanente sino que se está rotando y eso tiene que ver con el “común”, es decir, en que todos en algún momento alcancemos y lleguemos a ejercer el cargo, pero no es un cargo que te de superioridad, por el contrario, es justamente ponerse al servicio de la gente. Y ese “común” también tiene una dimensión económica porque justamente está tratando de pensar en cómo se administran los recursos económicos pero también los bienes naturales, con los cuales uno después puede generar economía, eso tiene que ver justamente con la organización territorial.
Los zapatistas justamente están hablando del concepto de “tierra de nadie” que tiene que ver con un territorio que pertenece a toda la gente, pero que al mismo tiempo no tiene un dueño, se piensa entonces que el territorio es libre. Pero la gente o las personas que estén necesitadas de trabajar esa tierra tiene todo el derecho de hacerlo y la cosecha que se produce genera una autonomía económica que le permite sostener a la familia y a las personas que trabajan la tierra.
Y en el caso de los pueblos que no son zapatistas funciona de la misma manera, hay una organización comunitaria, en la que la gente participa en los cargos, pero también existen cooperaciones, es decir, por ejemplo si hay un problema de fuga de agua la gente coopera, si hay un tema de arreglo de carretera la gente coopera. Hay una cooperación de fuerza de trabajo y ese recurso lo administra la propia gente que tiene un cargo. Esto de alguna manera suscita una forma de autonomía, porque ya no se está dependiendo de algún presidente municipal o de la intervención del gobierno con algún recurso económico.
Entonces está es la idea de “el común”, cuando se intenta trabajar, trazar un horizonte en el cual la gente quiere caminar de manera conjunta y eso tiene que ver justamente con la vida, es decir, vamos a caminar todos y todas juntas sin segregar a la gente, sino que vamos a ir sumando.
Nicolás: Está estrategia del “común” ¿Es algo nuevo? O ¿Es poner en el centro una práctica que ya existía?
Delmar: El “común” es una práctica que me atrevería decir que es ancestral, porque los abuelos y las abuelas practicaban el “común”. La gente antes cuando iba a cosechar o cuando era tiempo de siembra se organizaban, las familias trabajaban la milpa, la parcela de una persona y luego la otra y así, y eso es una cosa que se llama “komon a’tel” y esto viene de mucho tiempo atrás. Lo que pasó en algún momento es que la gente comenzó a interesarse por la retribución de pagar el día, entonces la gente dejó de ofrecer ese “komon a’tel” a cambio de 100 o 200 pesos por mi trabajo del día, entonces esa dinámica rompió lo que anteriormente sucedía y lo que sucede ahora es volver a la antigua práctica, porque esa práctica está indicando que hay formas de organización que no necesariamente tienen que pasar por estos modelos capitalistas de producción o de trabajo. El zapatismo lo pone nuevamente en el centro porque después de 30 años del levantamiento y después de mucha reflexión que han hecho como lucha, se ha tomado en cuenta que el “común” ha estado ahí presente, pero no se enunciaba y eso es interesante, pareciera ser que nunca se dijo pero siempre se hizo. Entonces ahora se dice como un concepto político pero también de praxis política. Esto tiene fuertes implicaciones en el proceso de lucha del EZLN pero también en los propios pueblos porque no todos los pueblos son zapatistas, algunos son simpatizantes, otros no, pero en sus prácticas está la necesidad de volver a “el común”, porque se dan cuenta que “el común” como anteriormente se practicaba generaba vínculos y lazos afectivos muy fuertes, porque si yo me cuido y yo te cuido en lo que cultivas y juntos nos apoyamos pues no va bien, pero si yo empiezo a cobrar y yo te empiezo a pagar y ya no me interesa si haces bien el trabajo o si estás haciendo bien la cosecha, porque ya tengo mi ganancia económica y eso justamente está generando mucha individualización en el trabajo mismo, entonces te empiezas a alejar de la comunidad para justamente valerte por ti mismo.
Nicolás: Bajo esta experiencia que me comentas, y si vemos las prácticas de distintas organizaciones territoriales en diferentes partes del mundo nos damos cuenta que hay estrategias que tienen elementos similares, principalmente en la creación de alternativas y en el cuestionamiento al capitalismo y la propiedad. Por lo tanto, vemos que hay territorios que construyen prácticas basadas en “lo común”, “lo comunitario”, “la comunalidad”, “la colectividad”, entre otras. ¿Hay diferencias en estás prácticas y experiencias entre las organizaciones territoriales?
Delmar: En una cuestión conceptual se puede entender como algo que tiene sus singularidades pero que en la práctica me parece que atraviesa y visualizan lo mismo.
“El común” como se plantea desde el zapatismo es como lo que mencionaba anteriormente sobre “el komon a’tel”. Es curioso porque cuando uno habla con una persona en Tseltal o Tsotsil en su lengua y menciona “el común” luego lo traduce al español y siempre lo traduce como “el común” y algunas personas dicen que se masculiniza lo colectivo, y no, porque cuando uno dice “komon a’tel” no hay un artículo que le de que sea él o la. Es interesante este juego de palabras, porque puede parecer ingenuo, porque cuando uno dice “el común” es justamente la traducción que se hace del habla en Tseltal o Tsotsil al castellano, y se usa “el común” no para masculinizar un proceso o una práctica sino porque la gente en su traducción lo enuncia de esa manera y el zapatismo también lo enuncia de esa manera porque justamente hay mucha gente Tseltal y Tsotsil en la lucha. Pero más allá de eso me parece que cuando se pone a dialogar “el común” con “lo común” con “la colectividad” o “la comunalidad” atraviesa por lo mismo. Si uno piensa la comunalidad como sobre todo lo piensan los pueblos de la sierra norte de Oaxaca se dan cuentas que las formas de “lo común” o de “el común” que se practica en los pueblos es básicamente la forma en que ellos enuncian la palabra comunalidad, yo creo que son más bien conceptos y enunciaciones que se van pensando y construyendo en la práctica de vida, pero cuando las pones a dialogar y haces los matices con lo que sucede en Chiapas, en Oaxaca o el norte del país, “el común” como raíz de común, de comunitario, de la comunalidad, de la comunidad está ahí presente, como que la raíz de esos conceptos se movilizan o parte de ahí. Estos conceptos más que tratar de encasillarlos o buscarles una definición unívoca o que pareciera ser que están diferenciadas en realidad parten de lo mismo pero son pensados en diferentes horizontes o prácticas, pero cuando ya las pones a dialogar te das cuenta que convergen y que lo común se dirige hacia el mismo horizonte.
Nicolás: ¿Cómo se puede desarrollar “el común” en un capitalismo a escala local y global? ¿El común reconoce fronteras con el capital? ¿El común es vivir sin capitalismo?
Delmar: La lucha del zapatismo desde un principio era anticapitalista, pero hubo un giro hacia una lucha de construir una alternativa al capitalismo, es decir, el capitalismo es el gran monstruo, el salvaje que está ahí y que para antes de luchar contra el capitalismo vamos hacer alternativas al capitalismo, eso tiene que ver con “el común”, porque cuando uno vuelve la mirada a los pueblos y se da cuenta de cómo eran las formas organizativas y económicas hace 40 o 50 años, uno descubre que justamente la gente estaba necesitada de vender su fuerza de trabajo a las fincas y a partirse el lomo un mes para ganarse unos centavos porque hubo algo o alguien que hizo necesario la presencia del dinero y justamente en “el común” no pasa el tema monetario, no pasa por ahí, “el común” pasa de intercambio de la fuerza de trabajo o el trueque, es decir, el vecino o la vecina que en el año produjo frijoles y yo hice maíz hacemos ese intercambio y ese es justamente “el común”.
En Chiapas a la par de lo que ha sido el zapatismo me parece que hay también un movimiento muy importante que no hay que perder de vista, que es el Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio MODEVITE. Este movimiento tiene una gran potencia porque ha gestionado algo que se denomina el “Consejo de Gobierno Comunitario”, y este consejo se trata de un grupo de hombres y mujeres de diferentes edades a partir de los 18 años hasta ancianos, son elegidos por las asambleas y por las comunidades que son parte de este movimiento eligiendo al consejo de gobierno comunitario. Entonces lo que hace este consejo de gobierno comunitario es empezar a gestionar sus propias reglas, sus propias formas organizativas, justamente como alternativa a los partidos políticos pero también al capitalismo, es decir, si vamos a intentar hacer un gobierno comunitario es justamente eso, es cómo vamos a generar políticas de vida para que la gente del MODEVITE ya no tenga que depender de irse a Cancún a trabajar o a la coca-cola a trabajar, o tener que ir a trabajar al ayuntamiento, sino que finalmente vamos a volver a la trabajar la tierra y así nuestros propios recursos circulan en esos territorios, esto genera más sustentabilidad, ya no genera una dependencia sino es más bien una forma organizativa en la que la gente genera lo que necesita y produce lo que necesita circulando en el territorio. Entonces es fabulosa la experiencia que está haciendo el MODEVITE con su consejo de gobierno comunitario, pero por supuesto que al generar una estrategia autonómica frente al Estado están constantemente amenazados, porque justamente el Estado y su maquinaria no quiere que haya autonomías, no quiere que haya pueblos que estén aislados de la política nacional y entonces el consejo de gobierno comunitario está constantemente asediado, pero también ha generado su propias alternativas de cuidado y justamente ahí está “el común” movilizándose. Este consejo de gobierno comunitario está en dos municipios en Sitalá y Chilón del estado de Chiapas, estos dos municipios tienen su ayuntamiento que son elegidos por los partidos políticos pero al mismo tiempo tienen este consejo de gobierno comunitario que son elegidos por las comunidades que están en este proyecto.
Nicolás: Muchas gracias por el análisis de “el común” Delmar, para muchas y muchos que luchamos en defensa de los territorios es importante poner en valor y explicitar nuestras prácticas que conforman las alternativas al capital, y en este sentido el “común” se configura como esa alternativa que responde a la necesidad de establecer un entendimiento por “concreción” de la vida (Echeverría, 1998), es decir, por un sentido de vida que aporte a la elaboración táctica de proyectos emancipatorios para el actual período. En esta lucha nos vamos encontrando y nos vamos articulando en prácticas que tienden hacia este “común”, que supera las relaciones de capital que tienden a la enajenación y a la individualización, buscando una producción de la espacialidad en cuyo centro esté la vida.
Referencias:
- Echeverría, B. (1998). Valor de uso y utopía (1.a ed.). Siglo Veintiuno.
- Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio (Primera Edición). Capitán Swing.